Se elabora con leche cruda de oveja entrefina. Se cuaja con cardo silvestre (Cynara cardunculus) entre 28 y 32 °C y durante un tiempo de 50 a 80 minutos, lo que consigue que se mantenga en su interior una crema casi líquida que es la principal característica de dicho queso.
Después de cuajar la leche se corta hasta tener granos de tamaño fino, tipo grano de arroz. Luego se mete la cuajada en moldes cilíndricos y se prensa durante 3-8 horas. La salazón puede ser húmeda o seca, utilizándose exclusivamente cloruro de sodio. Luego se deja madurar durante, al menos, 60 días, en condiciones de 4 a 12 °C de temperatura y entre un 75 y un 90 % de humedad relativa.
Para consumirla comúnmente se le rebana la corteza superior (que a la postre servirá de tapa) y se unta la crema de su interior en pan.
Es preferible no guardarla en el frigorífico; una despensa o armario no muy cálido es el lugar idóneo para disfrutar de la torta del Casar. Pero si no es posible, se guarda en la nevera y se saca un rato antes de la hora prevista de su consumo para que tome temperatura.
También se puede elaborar una torta de carne con los restos del queso ya terminado, introduciendo carne picada frita y cebolla frita en el interior. Una vez hecho esto, se introduce en el horno a 200 ºC entre 10 y 15 min.
La Torta del Casar no se mete en el microondas, craso error en el que caen no pocos consumidores del queso más genuinamente extremeño que creen que ablandarla a golpe de calor artificial es condición imprescindible antes de llevarlo a la mesa. Calentarlo supone calentar el agua del producto y que con ello pierda buena parte de su encanto, de manera que la mejor manera de llevársela a la boca en su justo punto es dejar que se atempere desde el día antes de consumirla o al menos un par de horas antes de hacerlo.
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